jueves, 1 de julio de 2010

“Salón literario de escritura, performance y visualidad”

Contenidos:

1- Néstor Perlongher, nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, la noche de Navidad de 1949. En 1982, terminada su licenciatura en sociología, se fue a vivir a San Pablo, donde ingresó en la Maestría de Antropología Social, en la Universidad de Campinas, de la que en 1985 fue nombrado profesor.

Su obra poética publicada comprende seis libros: Austria-Hungría (Buenos Aires, Tierra Baldía, 1980), Alambres (Buenos Aires, Último Reino, 1987; Premio "Boris Vian" de Literatura Argentina), Hule (Buenos Aires, Último Reino, 1989), Parque Lezama (Buenos Aires, Sudamericana, 1990), Aguas aéreas (Buenos Aires, Último Reino, 1990) y El cuento de las iluminaciones (Caracas, Pequeña Venecia, 1992). Colaboró asiduamente en las revistas El Porteño, Alfonsina, Último Reino y Diario de Poesía. Preparó la antología Caribe transplantino. Poesía neobarroca cubana y rioplatense (San Pablo, Iluminuras, 1991), y publicó numerosos textos en prosa, entre los que se destacan El fantasma del SIDA (Buenos Aires, Puntosur, 1988) y La prostitución masculina (Buenos Aires, La Urraca, 1993).

"Néstor Perlongher fue un escritor insaciable. Creó un estilo propio que apodó "neobarroso", en el que reunía contradictoriamente los bucles barrocos y el barro del Plata: es decir, él mismo ... la figura de Néstor Perlongher se fue agigantando de un modo tal que a esta altura aparece como una de las voces más necesarias de la última poesía argentina" (A.Schettini, La Nación)

Trotskista, anarquista, ex-militante del movimiento de liberación homosexual argentino, Néstor Perlongher murió de SIDA en San Pablo, el 26 de noviembre de 1992.

Lectura sugerida:

“Los devenires minoritarios” (1990)

“El sexo de las locas” (1983)

“Deseo y violencia en el mundo de la noche” (1987)

“Cadáveres” (1989)

Pelicula sugerida: 

Luis Buñuel “Nazarín” (México 1958)

Sinopsis:

En el México de principios del siglo veinte, el humilde cura Nazarín comparte su pobreza con los necesitados que habitan alrededor del mesón de Chanfa. Después de proteger a una prostituta que provoca el incendio del mesón, Nazarín se ve obligado a abandonar el lugar. En su camino, las acciones del religioso provocan una serie de conflictos que se oponen a su visión de la caridad cristiana.

2- Gilles Deleuze. (París, 18 de enero de 1925 - París, 4 de noviembre de 1995) fue un filósofo francés, considerado entre los más importantes e influyentes del siglo XX. Desde 1960 hasta su muerte, escribió numerosas obras filosóficas, sobre la historia de la filosofía, la política, la literatura, el cine y la pintura. Entre sus libros más famosos están los dos volúmenes de Capitalismo y esquizofrenia: Mil mesetas y El Antiedipo, ambos escritos en conjunto con Félix Guattari; los dos libros que siguieron a mayo del 68 en París, Diferencia y repetición (1968) y Lógica del sentido (1969); sus dos libros sobre cine, Imagen movimiento e Imagen tiempo; y por último, ¿Qué es la filosofía? (1991), también escrito en conjunto con Guattari.

Lecturas sugeridas:

“Mil mesetas” (1980) constituye la segunda parte de Capitalismo y esquizofrenia, obra escrita a dúo entre Gilles Deleuze y Félix Guattari. La primera parte de esta obra es El Antiedipo (1972).

En El Antiedipo, estos autores pretendían `denunciar los daños causados por Edipo /.../ en el psicoanálisis, en la psiquiatría e incluso en la anti-psiquiatría, en la crítica literaria, y en la imagen general que se hace del pensamiento`. Tres eran los temas de este singular libro:

el funcionamiento del inconsciente: funcionaría como una fábrica, no como un teatro. Por lo tanto el problema en cuestión es el de la producción y no el de la representación.

el carácter del delirio, sería histórico-mundial en vez de familiar. Esto quiere decir que las razas, la cultura, las tribus, los continentes, etc., son delirados.

la existencia y carácter de la historia mundial: la historia mundial es una historia de la contingencia.

La referencia al delirio es social y política, no sólo psiquiátrica. Si bien el delirio es un proceso patológico que requiere cuidados, es también un factor de cura que debe ser determinado políticamente.

En Mil Mesetas cambia la cuestión de forma radical. El Antiedipo había sido escrito bajo la influencia todavía de los acontecimientos del mayo francés. Mil Mesetas es una obra escrita en un marco político distinto.

El libro está dividido en varios capítulos que tratarían de acontecimientos. En el título de cada capítulo hay una fecha, un año que indica un acontecimiento. Esa fecha es una simple marca que no obedece a ningún orden cronológico. Cada uno de estos capítulos es como un anillo quebrado y, por lo tanto, todos pueden penetrarse entre sí. Si bien cada capítulo, que es una meseta, tiene su clima propio, su propio timbre o color, cada uno comunica con otro. Por eso, podemos comenzar a leer este libro por cualquier capítulo. Se presenta un concepto, que hayamos en ciertos procesos históricos, por ejemplo, pero que podemos hallar también en otros tipos de procesos, bajo otras condiciones. De esta manera, no se reúne todo en un único concepto sino que se busca conectar cada concepto con variables que determinan sus cambios y mutaciones.

Pelicula Sugerida:

Emilio Fernández “La Perla”; México 1947

El film describe la angustia de un pobre matrimonio mexicano, cuyo bebé está gravemente enfermo. Con el deseo de curarlo, él se sumerge en las aguas del océano, con la esperanza de encontrar en su buceo una perla lo suficientemente valiosa para hacerse rico y costear un médico. Y en efecto, aparecerá una preciosa perla, pero no les traerá a él y a su esposa más que problemas.

 3- José Donoso. Nació en Santiago, el 25 de septiembre de 1925. Hijo del médico José Donoso y de Alicia Yánez, sobrina del periodista Eliodoro Yánez, fundador del diario "La Nación". Al contrario de la experiencia de muchos literatos, su vocación recibió tempranamente el estímulo paterno, al que luego se sumó el de su profesora de literatura inglesa, Mrs. Ethel M. Balfour. Realiza sus primeros estudios sistemáticos en "The Grange School", donde adquirió un dominio del idioma inglés que le permitió conocer de primera fuente a muchos de sus autores preferidos.

.Al terminar sus humanidades, y en vez de dar el bachillerato y postular a la universidad como parecía lo normal, partió al sur en unos vagabundeos, más que gira, por la Patagonia chilena y argentina. Fue peón de haciendas ganaderas y más tarde se empleó en faenas portuarias en Buenos Aires. En estos años -1945 y 1946- en que "perdió de estudiar", aprendió sin duda muchas cosas que no se enseñan en ninguna universidad.

.En 1947 inicia sus estudios de ingles en el Pedagógico de la Universidad de Chile. Dos años más tarde viaja, becado, a Estados Unidos para realizar estudios de literatura inglesa, en la Universidad de Princeton, allí escribió y publicó sus primeros cuentos en inglés. Posteriormente viaja por algunos países centroamericanos y México.

De regreso al país, ejerce una cátedra en el Instituto Pedagógico de la Universidad Católica, pero pronto emprende un nuevo viaje, esta vez a Europa , en donde reside algunos años en España. En 1954 aparece su primer cuento escrito en castellano, "China". Este y "El Hombrecito", publicado después, contienen personajes, ambientes y situaciones de la vida infantil, que los hace accesible a toda edad. En 1955 se publica "Coronación". A partir de esta fecha se publican diferentes obras suyas. Desempeña por algunos años la función de redactor y crítico literario en la revista "Ercilla". Ha traducido del inglés varias obras de destacados escritores norteamericanos.

En 1961 contrajo matrimonio con María del Pilar Serrano, pintora. Una narrativa en ascenso contempla las siguientes obras: -"Este domingo". -"Lugar sin limite". -"El obsceno pájaro de la noche". -"Tres novelitas burguesas". -"Casa de campo". -"La misteriosa muerte de la marquesita de Loria". -"El jardín de al lado". Varias de éstas han sido traducidas a diversos idiomas.

José Donoso es uno de los narradores de más fuerte personalidad dentro de las últimas generaciones chilenas. Pocos como él han interiorizado en la psicología decadente de ciertos estratos sociales. La compleja trama de pasiones corrosivas de la persona y de los grupos está diestramente expuesta por José Donoso y sobre todo en "El obsceno pájaro de la noche" bucea en profundidades antropológicas con audacia y precisión y con este material elabora una obra de indudable fuerza y proyecciones universales. Ello justifica que se lo considere dentro del "boom" hispanoamericano como uno de sus valores representativos.

En 1990 se le otorga el Premio Nacional de Literatura; premio que se suma a las numerosas distinciones de que fue objeto, como: el Premio de la Crítica en España, el Premio Mondello en Italia y el Premio Roger Caillois en Francia. En 1995 fue condecorado con la Gan Cruz del Mérito Civil, otorgada por el Consejo de Ministros de España. Tras su regreso a Chile en 1981, dirigió por varios años un taller literario que jugó un rol fundamental en la gestación de la "nueva narrativa chilena"

José Donoso murió en Santiago de Chile, en diciembre de 1996.

“Una tarde estaba yo en casa de un amigo que siempre sospeché de ser homosexual, sin haberlo confirmado. Llegó entonces el ex marido de una prima mía, un muchacho muy buenmozo, y pude advertir que había algo entre ellos, algo que era amor. Me conmoví hasta los huesos, me dio una envidia, una desesperación, unas ganas de tener exactamente lo que esos dos tenían -y sin embargo, un deseo vehemente de no ser como ellos... Es esa envidia lo que está en la base de todos mis problemas, gorda. ¿De dónde viene, por qué es, qué significa? ¿Hasta dónde puede llegar a destruir nuestra vida, esa envidia mía por una situación homosexual? [...] La tentación es inmensa, terrible, pero resulta que eso (asumir una vida homosexual) me produciría tanto o más dolor que el no hacerlo. Mi neurosis es debida, ahora, a esa sensación de estar viviendo sobre arena movediza".
Carta de José Donoso a su esposa María Pilar Serrano, 30 de agosto de 1960.

Lecturas sugeridas:

“El obsceno pájaro de la noche” (novela 1970)

Pelicula Sugerida:

Arturo Ripstein. El lugar sin límites (México1977) basada en la novela de José Donoso (guion adaptado por Manuel Puig).

Sinopsis:

La Manuela, un travesti, y su hija la Japonesita, poseen un prostíbulo en el pequeño pueblo del Olivo, cuyo cacique don Alejo, desea vender. Al regresar al pueblo Pancho, antiguo protegido del cacique y cliente del prostíbulo, tanto la Manuela como la Japonesita se ven atrapadas por los impulsos sexuales de aquel, "Pancho" al estar alcoholizado muestra realmente su lado homosexual con "La Manuela".

4- Pedro Lemebel. Nace en Santiago a mediados de la década del ´50... Pedro Lemebel es escritor, artista visual y cronista, y cada fase (o actuación) de su identidad creadora (o performativa) está trazada sobre el paisaje de la cultura chilena de la resistencia desde una distinta transformación vital suya. Como Pedro Mardones (su nombre paterno) había obtenido el primer premio del Concurso nacional de cuento Javier Carrera en 1982, y su primer libro de relatos, Los incontables, es de 1986. En una entrevista, ha reconstruído esa primera transformación: "El Lemebel es un gesto de alianza con lo femenino, inscribir un apellido materno, reconocer a mi madre huacha desde la ilegalidad homosexual y travesti (1997).

La transitoriedad del género como protocolo discursivo subrayará, como un flujo de investigación poética, la otra escena, la del género como sexualidad transgenérica, fluida y antiprotocolar. En efecto, en los años 80, cuando la literatura había sido marginalizada por los aparatos de la dictadura (un período que según Carmen Berenguer hace volver a la palabra oral, al recital, a los nuevos recintos de una comunicación posible), Pedro Lemebel y Francisco Casas fundan el colectivo de arte "Yeguas del Apocalipsis" (1987). En una actividad que fue a la vez paródica y sediciosa, estos escritores convertidos en actores de su propio texto, en agentes de una textualidad en devenir (ni dada ni por hacerse, pura transición burlesca), desencadenaron desde los márgenes (desde la homosexualidad pero también desde el bochorno irreverente) una interrupción de los discursos institucionales, un breve escándalo público en el umbral de la política y las artes de lo nuevo. Su trabajo cruzó la performance, el travestismo, la fotografía, el video y la instalación; pero también los reclamos de la memoria, los derechos humanos y la sexualidad, asi como la demanda de un lugar en el diálogo por la democracia. "Quizás esa primera experimentación con la plástica, la acción de arte...fue decisiva en la mudanza del cuento a la crónica. Es posible que esa exposición corporal en un marco político fuera evaporando la receta genérica del cuento...el intemporal cuento se hizo urgencia crónica...," recuenta Lemebel. Entre 1987 y 1995, "Yeguas del Apocalipsis" realizaron por lo menos quince eventos públicos. Ese último año, Lemebel publica su primer libro de crónicas, La esquina es mi corazón.

Lecturas sugeridas:

“La esquina es mi corazón” (crónicas 1995)

Registros visuales:

Performance de “Las Yeguas del apocalipsis”.

5- Diamela Eltit. (Santiago 1949) Se licenció en literatura y ejerce como profesora en Universidad Tecnológica Metropolitana. Ha escrito novela y ensayo. Desde 1991 y durante varios años se desempeñó como agregada cultural de la Embajada de Chile en México. En sus libros, rompe con la novela tradicional a través de ambientes sórdidos y personajes marginales con una narrativa jalonada por un lenguaje ambiguo y exaltaciones al cuerpo de la mujer que sufre.
En 1979 junto a Raúl Zurita, Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells funda el Colectivo de Acciones De Arte (CADA), que formó parte importante de la denominada Escena de Avanzada, que buscaba reformular los circuitos artísticos bajo la dictadura de Augusto Pinochet. Un año después Egresa de la carrera de Literatura en la Universidad de Chile y luego cursa un postítulo en la Pontificia Universidad Católica, donde incursiona en el campo de las letras con la publicación de un libro de ensayos: Una milla de cruces sobre el pavimento.

La década de 1980 fue particularmente complicada para los intelectuales chilenos, quienes debieron recurrir a diversas estrategias para difundir sus obras en un ambiente cultural donde regía la censura En este contexto un gran aporte fueron las publicaciones de mujeres, ya que generaron innovadores espacios de reflexión en torno a temáticas políticas contingentes y otros tópicos de interés, como lo fueron la sexualidad, el autoritarismo, lo doméstico, las políticas de lo cotidiano y la identidad de género.

Diamela Eltit incursionó en el ámbito literario desde la década de 1970, aunque recién fue conocida con la publicación de un libro de ensayos: Una milla de cruces sobre el pavimento (1980). Luego, en sus primeras novelas -Lumpérica (1983) y Por la patria (1986), la autora trabajó desde lo marginal, construyendo un espacio de resistencia y crítica a los distintos poderes que regían la oficialidad. Ya en su tercera novela, El cuarto mundo (1988), abordó la reflexión sobre la identidad latinoamericana y lo mestizo. Posteriormente, en 1989, publicó su primer libro de testimonios, El padre mío, donde escribió sobre la fragmentación, la corrupción, la violencia y la nación degradada.

A partir de 1990, la obra de Diamela Eltit se circunscribió al momento de redemocratización nacional. Por estos años, viajó a México como agregada cultural, donde finalizó su novela Vaca sagrada (1991). También, colaboró activamente en la Revista Crítica Cultural y otros medios de prensa, posicionándose como una notable ensayista.

Mientras residía en México elaboró, junto a la fotógrafa Paz Errázuriz, un libro de carácter documental sobre amor y locura, titulado El infarto del alma (1994) Ese mismo año, recibió una atención especial de la crítica por su novela Los vigilantes, que fue galardona con el Premio José Martín Nuez en 1995.

En 1996 durante cinco meses reside en Nueva York, donde termina su novela Los trabajadores de la muerte.

Luego en 1998 tras cuatros años sin publicar nada, presentó Los trabajadores de la muerte, una narración inspirada en la tragedia griega. En el 2002 presentó su novela, Mano de obra, donde, en palabras de Raquel Olea, presenta “una metáfora ejemplar de la fagocitación del sujeto público y del discurso social en la sociedad chilena actual”. Su más reciente novela lleva por nombre Jamás el fuego nunca.

Durante el otoño de 2007 ha sido profesora invitada del Departamento de Español y Portugués de New York University, donde dicta un taller de ficción y un curso sobre la novela corta contemporánea en América Latina.

Desde 2008 es columnista de cultura y política en el semanario chileno The Clinic.

Actualmente es Global Professor de escritura creativa en la Universidad de Nueva York (New York University).

Lecturas sugeridas:

“El cuarto mundo” (novela 1988)

Registros visuales:

performances Grupo Cada

6- Raúl Natalio Roque Damonte Botana, Copi, nació en Buenos Aires el 22 de noviembre de 1939 y murió en París el 14 de diciembre de 1987. En la Argentina dio a conocer sus primeros dibujos e historietas y estrenó una pieza teatral: Un ángel para la señora Lisca (1960). En 1962 se instaló definitivamente en Francia, donde alcanzó popularidad a través de la tira semanal La mujer sentada, que publicó en Le Nouvel Observateur desde 1964 y hasta comienzos de los setenta. Entre sus piezas teatrales en su mayoría escritas en francés figuran "Santa Genoveva en su bañadera" (1966), "El cocodrilo y el té" (1966), "La jornada de una soñadora" (1968), "Eva Perón" (1970, publicada por Adriana Hidalgo con traducción de Jorge Monteleone), "El homosexual o la dificultad para expresarse" (1971), "Las cuatro gemelas" (1973), "Loretta Strong" (1974), "La pirámide" (1975), "La copa del mundo" (1978), "La sombra de Wenceslao" (en español, 1978), "Cachafaz" (en español, 1981), "La Torre de la Defensa" (1981), "La heladera" (1983), "Las escaleras del Sagrado Corazón" (1984), "La noche de Madame Lucienne" (1985) y "Una visita inoportuna" (1985). Además es autor de las novelas "El uruguayo" (1973), "El baile de las locas" (1976), "La vida es un tango" (en español, 1979), "La ciudad de las ratas" (1979) y "La Internacional argentina" (1987), entre otros volúmenes de narrativa. Hasta años después de su muerte fue prácticamente ignorado en la Argentina. En Francia recibió el Premio de la Ville de París al mejor autor dramático.

Lecturas sugeridas:

“Evita Perón” (teatro 1970)

Pelicula sugerida:

María Luisa Bemberg: “De eso no se habla” (Argentina 1993)

Sinopsis:

Leonor, viuda en una ciudad pequeña del americano del sur, da a luz a Charlotte, una enana. La madre no sólo proporciona una niñez rica para su hija, ella borra cualquier pista que su hija pudiera ver que la conduciría a pensar que ella es diferente (la madre quema libros como Blancanieves y destruye las estatuas del césped de gnomos). En fin, ella no desea hablar del tema. Pero entonces, el circo viene a la ciudad.

7- Osvaldo Lamborghini, nació en Buenos Aires en 1940. Poco antes de cumplir los treinta años, en 1969, apareció su primer libro, El fiord que había sido escrito unos años antes. Era un delgado librito que se vendió mucho tiempo, mediante el trámite de solicitárselo discretamente al vendedor, en una sola librería de Buenos Aires. Aunque no fue nunca reeditado, recorrió un largo camino y cumplió el cometido de los grandes libros: fundar un mito. En 1973 apareció su segundo libro, Sebregondi retrocede.

Poco después formó parte de la dirección de una revista de avant-garde, Literal, donde publicó algunos textos críticos y poemas. Por algún motivo, sus poemas causaron una impresión todavía más enfática de genio que su prosa.

Durante el resto de la década sus publicaciones fueron casuales, o directamente extravagantes (sus dos grandes poemas, os Tadeys y Die Verneinung [La negación], aparecieron en revistas norteamericanas). Unos pocos relatos, algún poema, y escasos manuscritos circulando entre sus numerosos admiradores. Pasó por entonces varios años fuera de Buenos Aires, en Mar del Plata o en Pringles. En 1980 salió su tercero y último libro, Poemas. Poco después se marchaba a Barcelona, de donde regresó, enfermo, en 1982. Convaleciente en Mar del Plata, escribió una novela, Las hijas de Hegel, por cuya publicación no se preocupó (no se preocupó siquiera por mecanografiarla). Y volvió a irse a Barcelona, donde murió en 1985, a los cuarenta y cinco años de edad.

Esos últimos tres años, que pasó en una reclusión casi absoluta, fueron increíblemente fecundos. Su espolio reveló una obra amplia y sorprendente, que culmina en el ciclo Tadeys (tres novelas, la última interrumpida, y un voluminoso dossier de notas y relatos adventicios) y los siete tomos del Teatro proletario de cámara, una experiencia poética-narrativa-gráfica en la que trabajaba al morir.

Lecturas sugeridas:

“El fiord” (cuento 1969)

8- Severo Sarduy, narrador, poeta y ensayista cubano. Nació en Camagüey, donde transcurrió su infancia y adolescencia. En 1960 se trasladó a París, ciudad en la que murió sin haber vuelto nunca a Cuba. Su primera novela Gestos (1963) ya anunciaba la ruptura que en lengua española iba suponer la segunda, De donde son los cantantes (1967), que es un divertido pastiche en el que se conjugan las tres culturas, la española, la africana y la china, que han conformado la vida en la Cuba actual. En Cobra (1972) investigó sobre la aproximación entre Oriente y Occidente, y el tema tuvo cierta continuidad en Maitreya (1978), su obra más celebrada, con una gran mezcla de barroquismo y humorismo que se articula en torno a las variaciones del Buda futuro. Posteriormente publicó Colibrí (1984), un relato de huidas y venganzas, y Cocuyo (1990), quizá menos vanguardista y más transparente, aunque siempre dentro del mundo característico de Sarduy, que carece de cualquier inhibición. También es autor de libros de poemas como Big Bang (1974) y de ensayos, entre los que destacan Escrito sobre un cuerpo (1969) y Barroco (1974).

Lecturas sugeridas:

Escrito sobre un cuerpo (ensayo 1969)

Pelicula sugerida:

Humberto Solás, “Lucia” (Cuba 1968)

Sinopsis:

Lucia, una de las películas cubanas más premiadas del cine cubano nos cuenta sobre tres mujeres en tres momentos históricos para Cuba: la guerra de independencia (1895), la lucha contra el dictador Machado (1933), y los primeros tiempos de la revolución.

9- Reinaldo Arena, escritor cubano nacido cerca de Holguín (Aguas Claras), donde creció comiendo tierra junto a su abandonada madre y su abuela que orinaba de pie. Empezó a escribir a los 13 años, aunque la llegada de la Revolución, a la que se sumó como guerrillero, retrasó su vocación hasta 1963, cuando ingresó en la Biblioteca Nacional y redactó Celestino antes del alba. Conoció y entabló amistad con Piñera y Lezama Lima. Su libro El mundo alucinante fue prohibido por contrarrevolucionario, y a partir de ese momento y en adelante tuvo que esconder sus manuscritos. Otra vez el mar, que ocultó bajo tierra y en el tejado, fue hallado y destruido, pero lo rehizo tres veces. El ambiente en Cuba se enrarecía: la campaña de la Zafra de los Diez Millones, en la que el escritor fue obligado a contribuir cortando caña en una plantación, y las torturas al poeta disidente Heberto Padilla fueron para Arenas síntomas de su arriesgada situación, que trató de paliar al casarse con la actriz Ingrávida González. En 1973 lo detuvieron por contrarrevolucionario y traicionado en su huida por su amigo Coco Salá, fue conducido al cuartel de Miramar, desde donde trató de salir de la isla en un neumático. Fracasó, como cuando quiso huir por Guantánamo, donde estuvo a punto de ser ametrallado. Durante dos meses se refugió entre la vegetación del Parque Lenin, hasta que la policía lo encerró en el castillo del Morro: dos años entre palizas e intentos de suicidio. Tras perder dos dientes, trabajar como forzado y confesar por escrito para evitar torturas, obtuvo la libertad. En los cinco años siguientes asistió a las muertes de sus amigos Lezama Lima y Piñera, se enamoró del joven Lázaro Gómez y saqueó un convento para sobrevivir. Hasta que se unió a los marielitos y falsificó a mano su pasaporte para convertirse en Reinaldo Arinas y eludir la lista de los que no podían salir del país. En 1980 consiguió huir de Cuba y se trasladó a Miami. Muchos intelectuales le dieron la espalda, y aprendió que un exiliado sin dinero no era nadie. Arenas paseó 10 años su grito por Venezuela, Francia, Portugal, Suecia, Dinamarca y España. En Estados Unidos, donde colaboró en la revista Mariel desde su fundación en 1983 hasta su cierre en 1987, acabó el repaso a su vida que había iniciado 17 años antes en el Parque Lenin. Reynaldo Arenas se suicidó el 7 de diciembre de 1990.

Lecturas sugeridas:

“Viaje a la Habana”, Que trine Eva (cuentos 1971)

Pelicula sugerida:

Julián Schnabel, “Antes que anochezca” (2000)

Sinopsis:

La vida de Reinaldo Arenas es mostrada desde su infancia en un ambiente rural y su temprana participación en la Revolución, hasta la persecución que más tarde experimentaría como escritor y homosexual en la Cuba de Castro; desde su salida de Cuba en el éxodo de Mariel Harbor en 1980, hasta su exilio y muerte en los Estados Unidos. Es el retrato de un hombre cuyo afán de libertad - artística, política, sexual - desafió la pobreza, la censura, la persecución, el exilio y la muerte.

10- Roberto Piva, Nacido en Sao Paulo el 5 de septiembre de 1937. Descendiente de un condenado a la hoguera por rezar al diablo, su infancia y juventud transcurrieron a caballo entre las esquinas malhabladas de su ciudad y las antiguas haciendas de su padre. Sus primeros textos salen a la luz en 1961, pero la publicación de su libro Paranoia en 1963 lo convierte en abanderado de la más moderna poesía brasileña de su tiempo. Pedagogo y productor de música roquera. Su vida ha sido una permanente insurrección contra todos los poderes y en su momento llegó a afirmar que “sólo creo en el poeta experimental que tiene una vida experimental”. Profeta iracundo, de ideas delirantes y escritura de reminiscencias surrealistas, que tiene la garganta llena de afrentas, ha publicado además: Piazzas (1964), Abra los ojos y diga ah (1976), Muslos (1979), 20 poemas con brócoli (1981), Quizumba (1983), Antología poética (1985), Un extranjero en la legión. Obras reunidas (2005).

Lecturas sugeridas:

“Paranoias de San Pablo” (poesía Brasil 1963)

Pelicula sugerida:

Marcel Camus, “Orfeo negro” (Brasil 1959)

Sinopsis:

Adaptación del mito griego ambientado en el carnaval de Río de Janeiro. La bella Eurídice llega a la ciudad brasileña de Río de Janeiro en vísperas de su famoso carnaval, invitada por una prima que vive en los arrabales de la ciudad. Hasta el lugar llega en un tranvía cuyo conductor, un guitarrista llamado Orfeo, se fija en sus encantos. Sin embargo su relación se verá afectada por las sospechas de su celosa novia.

11- Fernando Vallejos, (Medellín, 1942) Escritor colombiano. De familia acomodada, estudió en colegios religiosos. A los 24 años se trasladó a Roma a estudiar cine, y luego a Nueva York y a México, donde durante siete años estudió y siguió como un detective el itinerario vital y artístico del poeta colombiano modernista Porfirio Barba-Jacob, un aventurero homosexual. Fernando Vallejo

Su obra literaria se puede situar en aquella tradición contestataria antioqueña iconoclasta y rebelde, que incluye nombres como el propio Barba-Jacob, Fernando González o Gonzalo Arango. Por su prosa vigorosa y áspera, original e independiente, sin límites de géneros, ideologías o creencias, se hizo merecedor de un puesto destacado en la narrativa colombiana contemporánea. Sus ataques directos contra la Iglesia, la burocracia o los políticos lo convirtieron en uno de los personajes más críticos del panorama literario iberoamericano.

La narrativa de Fernando Vallejo parece haber surgido de la violencia colombiana, casi en oposición al "realismo mágico" de su compatriota Gabriel García Márquez. La homosexualidad, los espacios maleables y marginales, la rutina violenta y la rapidez con que vincula el presente y el pasado en un solo tejido narrativo, crean esa atmósfera violenta, injuriosa y lírica que caracteriza la obra de Vallejo. También es conocido por sus insultos a Colombia o sus paradójicas reacciones ante los premios y apariciones sociales.

Su obra central es la serie autobiográfica El río del tiempo, de que ya ha publicado seis volúmenes, Los días azules (1958, recuerdos de su infancia), El fuego secreto (1987, episodios del adolescente irreverente que curiosea en los barrios bajos de Medellín y Bogotá), Los caminos a Roma (1988), Años de indulgencia (1989, recorridos por Europa y Nueva York), El Mensajero (1991, biografía de Porfirio Barba-Jacob) y Entre fantasmas (1993, años de residencia en México). Entre sus novelas destaca La virgen de los sicarios, publicada en 1994 y llevada al cine por Barbet Schroeder en el año 2000, que narra el mundo sórdido y violento del narcotráfico en Medellín, y que constituye a la vez una feroz crítica social y una crónica urbana y de los bajos fondos. En 2003 Fernando Vallejo recibió el prestigioso premio Rómulo Gallegos por su novela El desbarrancadero (2001), que narra el regreso de un hombre (el propio autor) a Medellín, donde su hermano, enfermo de sida aunque lúcido en su discurso, se halla a las puertas de la muerte.

Atraído por el cine, escribió además los guiones de películas que él mismo dirigió: Crónica Roja (1977) y En la tormenta (1980), ambas sobre la violencia en Colombia, a las que seguiría en 1983 Barrio de campeones.

Lecturas sugeridas:

“El desbarrancadero” (novela 2001)

Pelicula sugerida:

Barbet Schroeder, “La virgen de los sicarios” (Colombia 2000)

Sinopsis:

La película cuenta la historia de Fernando, un escritor homosexual que regresa a Medellín tras varios años de ausencia y se encuentra con una ciudad plagada de violencia a causa de los carteles de la droga. Allí conoce a Alexis, un joven sicario de 16 años con quien sostiene una relación sentimental. Alexis es seguido y cazado sin éxito por los sicarios de bandas rivales, ya que es el único sobreviviente de su banda, y por venganzas, es importante acabarlo. 


12- Mario Bellatin: escritor mexicano nacido en México DF. De padres peruanos, estudió Teología y Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima. En éste país publicó sus primeras novelas, Mujeres de sal (1986), Efecto invernadero (1992), Canon perpetuo (1993), Salón de Belleza (1994) y Damas chinas (1995). Más tarde viajó a México, dónde edita, Poeta ciego (1998), Salón de belleza (1999), El jardín de la señora Murakami (2000), Flores (Premio Xavier Villaurrutia, 2002), Perros héroes (2003) y Lecciones para una liebre muerta (2005). Ha sido director del Área de Literatura y Humanidades de la Universidad del Claustro de Sor Juana y es miembro del Sistema Nacional de Creadores de México. Considerado como un novelista experimental, sus novelas plantean un juego lúdico entre realidad y ficción, con ninguna referencia biográfica, matizados con protocolos apócrifos, crónicas, biografías o documentos científicos, provocando así situaciones inverosímiles e incluso graciosas.

Lecturas sugeridas:

“Salon de belleza” (novela 1999)

Performance instalación Teresa Margolles (México)

13- Laura Restrepo, nació en Bogotá en 1950. Se graduó en Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes. En 1983 fue nombrada miembro de la comisión negociadora de paz entre el gobierno y la guerrilla m-19. En 1986 publicó su primer libro, "Historia de un entusiasmo", al que le siguieron "La isla de la pasión" (1989), "Leopardo al sol" (1993), "Dulce compañía" (1995), "La novia oscura" (1999), "La multitud errante" (2001) y "Olor a rosas invisibles" (2002). Es coautora de Once ensayos sobre la violencia, "Operación Príncipe", "En qué momento se jodió Medellín" y "Del amor y del fuego", así como del libro para niños "Las vacas comen espaguetis".
En 1997, con la novela "Dulce compañía", ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz de novela escrita por mujeres, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. También ha sido merecedora además del Prix France Culture, premio de la crítica francesa a la mejor novela extranjera publicada en Francia en1998.
Laura Restrepo figura entre los autores latinoamericanos más destacados del momento, y sus libros han sido traducidos a más de una docena de idiomas.

Lecturas sugeridas:

“La novia oscura” (novela 1999)

Pelicula sugerida;

Claudia Llosa, “La teta asustada” (Perú 2008)

Sinopsis

Fausta tiene La teta asustada una enfermedad que se trasmite por la leche materna de las mujeres que fueron violadas o maltratadas durante la guerra del terrorismo en el Perú. La guerra acabó, pero Fausta vive para recordarla porque "la enfermedad del miedo" le ha robado el alma.

domingo, 20 de junio de 2010

“Taller literario de escritura, performance y visualidad”

                                                     
                                          Yeguas del Apocalipsis, performance “Adiós Normandía”, 1992. Fotógrafo Jorge Aceituno

       Este taller multidisciplinario indagará en autores y obras literarias y visuales del neo barroco latinoamericano: ensayo, poesía, novela, cine y performance como una forma de desarrollar la escritura y sus múltiples percepciones desde una óptica crítica.

Dirige: Francisco Casas

Lugar: sector Parque Forestal
Horario: de 20:00 a 22:30 hrs
Inicio: martes 13 de julio
Finaliza: martes 31 de agosto
Duración: 2 meses
Costo: 40 mil pesos mensuales
Cupo: 10 personas, entrevista previa
Telefono de contacto: 09-9881110

Inscripciones he informes al correo electrónico:
yurapancho@hotmail.com


Francisco Casas, Santiago Chile; estudió literatura en la Universidad Arcis entre 1984 y 1987; publicó el libro de poemas Sodoma Mía, Editorial Cuarto Propio, 1991, la novela Yo, yegua, Editorial Seix Barral, 2004, Romance de la inmaculada Llanura, Editorial Cuarto Propio, 2008, Romance del Arcano sin Nombre, Chancacazo, 2009. Actualmente está pronto a publicar la novela Hoy no. En 1986 junto al escritor Pedro Lemebel crearon el colectivo de arte “Las Yeguas de Apocalipsis” desarrollando una extensa obra en torno a la performance, la instalación y la fotografía como soporte. Ha dirigido y escrito guiones para cine y documental, abordando siempre el tema de las minorías y las relaciones de género en América Latina, destacando el guión de la película sobre la premio Nobel chilena Gabriela Mistral “The Woman Passenger” en proceso de producción, y cuyo teaser se puede ver en Youtube.
Francisco Casas también ha sido invitado como artista, escritor y conferencista a la Universidad de Berkeley, Universidad de New York, Universidad Autónoma de México, el Centro Wilfredo Lam de la Habana y recientemente al Instituto Latinoamericano de Cultura (ILA) de Roma, entre otros. Actualmente se desempeña impartiendo clases sobre Performance, cuerpo y ciudad en el Instituto Profesional Arcos.








miércoles, 7 de abril de 2010

La plenitud de la apariencía


   Quizás una de las revisiones culturales más intensas que se advierte en los albores del siglo XXI se inscribe en los cuerpos ya en abierta rebeldía frente a la insuficiencia irrebatible que porta la noción de género. Una multitud de cuerpos indomesticados o ajenos a una escritura oficializada, han llegado hasta el escenario social para señalar, ejemplarmente, los signos ambiguos e inestables en los que se cursa la subjetividad y el deseo de cuerpo del sujeto. Las estéticas ya parecen incapaces de ser formalizadas según las tradicionales y hasta obsoletas categorías clasificatorias que los sistemas impusieron, con el fin de racionalizar productivamente el tramado social.
Los cuerpos muestran hoy su malestar desencajando las pertenencias, re-cifrando sus lugares, presionando incesantemente las convenciones. No se trata ahora del concepto primario de “preferencias sexuales”, sino de sensibilidades que atraviesan y horadan los mandatos para sumergirse de lleno en la exploración de códigos que reformulan las categorías binarias de femenino o masculino. Mientras la crítica estadounidense Judith Butler apuesta a la proliferación de identidades para desestabilizar el trazado institucional, habría que pensar en cómo proliferan los cuerpos latinoamericanos. Cabría preguntarse cómo podrían sustentarse las marcas de una disidencia -contra o anti colonizadora- en el interior de los mapas metropolitanos que, desde sus agencias internacionales, ordenan pautas estandarizadoras para así normalizar y, especialmente, controlar esta proliferación.
El embate del capitalismo salvaje ya ha sido lo suficientemente elocuente para pulverizar las zonas más sensibles del horizonte social y transformarlas en instrumentos de marketing. Cómo no recordar la histórica campaña de la industria Benetton y su imagen de un enfermo de SIDA en agonía o los cuerpos devastados por la hambruna del Tercer Mundo que constituyeron, en los años 90, la plataforma de una estética de muerte, sobre la que se imprimió el glamour comercial de la moda, conseguida gracias al trabajo esclavista de las maquiladoras.
Allí está este salvaje capitalismo. Ávido, violento, depredador, amparado en su comportamiento aparentemente liviano. Una sed económica dispuesta a capturarlo todo para extenuar los componentes políticos que portan las subjetividades emergentes y trasformarlos en simples espectáculos de consumo. Sin embargo, más allá de esta captura o más bien en el centro mismo de lo que parece una inevitable cooptación, se advierte una fisura, una grieta que bien podría abrir una tensión entre la realidad actual de los cuerpos y la no vigencia de los discursos que los ordenan.
No pretendo responder articuladamente a estos dilemas. Más bien busco indicar un escenario cultural en el que se agregan nuevas formas de convulsas identidades que virtualmente podrían modificar el tramado, ampliando críticamente, en el horizonte político, los órdenes y las órdenes impuestas, rompiendo así la naturalización siempre disciplinar que adquieren las convenciones.
Pienso ahora en microespacios, recuerdo el gesto inesperado del escritor cubano Reinaldo Arenas, refugiado político del Mariel -un consumado “Marielito”- disidente agudo de Fidel Castro, cuando denunció, contra todas las predicciones encasilladoras, su abierto desencuentro con los formatos sociales de Estados Unidos. Traigo a Reinaldo Arenas y con él su escritura desafiante y alucinada, tan propia del barroco cubano, para ingresar en la esfera que nos propone Francisco Casas.
Francisco Casas es un artista múltiple. Desde el cuerpo, la imagen y la letra, ha construido un campo de sentido que le permitió la formulación de un lugar cultural. Ya está lo suficientemente inscrita su histórica asociación con Pedro Lemebel para formar el colectivo Las Yeguas del Apocalipsis, a mediados de los años 80. Allí se puso en marcha un programa artístico múltiple que buscó insertar el deseo político en el interior de un universo de estéticas deseantes y descentradas. Sin embargo, de manera simplificadora, Las Yeguas del Apocalipsis han sido reducidas a la mera irrupción de un colectivo homosexual. Me pregunto acerca de la homogeneidad que porta lo homosexual, más aún llego a preguntarme dónde radica la fidelidad en que se lee esta condición, para señalar que este colectivo excedió una noción anquilosada para ingresar en una diversa plataforma política que puso en evidencia, precisamente, la insuficiencia de la homo-sexualidad como categoría esencial e inamovible. Más bien implementó sobre el escenario social el cuerpo como espacio lúdico y lúcido, como aparato productivo que desplazó lo orgánico y relevó los campos simbólicos.
Más adelante, en 1991, cuando se cursaba el inicio de la transición política chilena hacia la democracia, Francisco Casas publicó el provocativo libro poético Sodoma Mía.
Sodoma es uno de los espacio más radicales del castigo bíblico, el lugar escogido para la destrucción divina, ejemplarizadora ante el exceso. Un territorio en el cual sólo sobreviven el incestuoso Lot que iba a procrear en sus hijas, luego que la esposa (en otra versión bíblica de la desobediente Eva) y su ojo curioso o quizás analítico, la redujera a estatua de sal. Entonces Sodoma se establece como un nombre desafío, el mismo nombre que fuera explorado por el Marqués de Sade y luego repensado por Pier Paolo Pasolini para producir en su film Saló, que iba a constituirse en una de las escenificaciones más duras del fascismo.
Pero, claro, esta Sodoma de Francisco Casas alude a un máximo desplazamiento, busca repoblar el espacio destruido, restituir los cuerpos y las energías que fueran arrebatadas por el mandato de un Dios terrible y omnipotente, tal como ocurrió en el suelo local chileno después que hubo de consumarse el exceso político depredador y mesiánico de la dictadura: “Soy la muñeca más hermosa al sur del mundo/ conquistadora/ colona plástica”.
Sin embargo, y esto es comprensible e incompresible a la vez, este libro fue obturado por el discurso crítico (una de las excepciones la constituyó la crítica Soledad Bianchi) poniendo de relieve la insuficiencia de este discurso ante una producción que junto a lo frontal de una trama literaria, diseminó su estética buscando la reinvención chilena de Sodoma.
Yo Yegua abre también un nuevo sitio. La novela se ampara en el espacio siempre crucial (y ambiguo) de los nombres. Juega con los sustantivos para hacerse, precisamente, sustantivo: “sus antiguas personalidades anónimas fueron jirones que con el tiempo afloraban tan sólo como pesadillas infundidas por los chilenos cuando te descubren el nombre propio”.
En la novela, Dolores del Río y María Félix, las divas ruinosas, intercambian plumas, collares, brillos, atraviesan, con sus cuerpos sudacas, los espacios locales de la ciudad de Santiago, la vigilancia hostil que se advierte, acudiendo a la estrategia de deslizar sus formas bacanales para así transitar agudamente las superficies.
Estos nombres cinematográficos, abiertamente artificiales, que podrían abrir una conexión con Manuel Puig y su fascinación por el sitio sentimental del melodrama, operan en la novela como un dispositivo diverso al que articuló el escritor argentino. Más bien los nombres estelares, aluden a la “chapa”, a un clandestinaje enloquecido, a una vuelta de tuerca política inesperada, cruzada por una corrosiva carcajada social.

Dolores-Lola semeja, en un punto curioso, a la forma social del flaneur que tan acuciosamente puntualizó Walter Benjamín. Sólo que este flaneur local promueve en su paso a través de la ciudad, un artístico, estético ocio político. La ciudad por la que transita Dolores-Lola no corresponde ya a la ciudad industrial, masificada y seriada, ni siquiera la actual ciudad tecnológica, se trata de otro reducto: la ciudad dictatorial. Y, en este horizonte, la casa, la librería, la pieza, la fiesta, la performance se hacen también ciudad, espacio público, vitrina tumultuosa.

La novela busca romper las fronteras de lo privado y lo público, convierte los nombres verídicos de una determinada comunidad artística que pobló los años 80, en materiales ficticios sobre los que textualiza sus imágenes más alucinadas y brillantes. De la misma manera que Reinaldo Arenas construyó relatos sobrepoblados de delirio, Yo Yegua, fragmenta, tuerce y retuerce paródicamente la realidad biográfica para así permitir vislumbrar la envergadura de una reprimida realidad social. Renuncia a la dramatización de la diferencia de los estilos, reniega de la culpa. Los cuerpos son lo que son, fragmentos, frases, gestos, acciones, viajes por la ciudad.

Dolores-Lola borda, adoptando íntegramente la máscara y la pose del bordado. Borda nombres, rehace una memoria extraviante, crea, hilo en mano, una superficie que se sustenta sobre un soporte macabro: muerte, toque de queda, vigilancia.

De esta manera se ingresa a un sector de los 80 chilenos, por un resquicio inesperado, la ironía, la parodia desenfadada, los sobre-nombres, en medio de un escenario público fantasmal, precisamente, por su falta de ciudad. Entonces, son los nombres inestables los que garantizan la existencia de un espacio, de una geografía ultra estrecha, marcada sólo por la recurrencia de dos sitios que recuerdan la arquitectura del Santiago –digamos- real: el parque y el río.

Es el parque (Forestal) lo que opera como hogar, casa abierta. Allí Dolores del Río y María Félix se visten y desvisten, se acicalan, urden, traman, evalúan sus presencias en los disminuidos salones, en los desamparados y ardientes programas estéticos-políticos en los que se comprometen. Se atacan, se defienden, parten o llegan. El río, en cambio, es el torrente de la fuga, la vía de escape ante una vigilancia nunca especificada porque es multilateral, omnisciente, foucaultiana.

No obstante, la energía novelística, pone a las estrellas clandestinas en un lugar si no idéntico, análogo al de los personajes que los circundan. Las diferencias no implican divergencias. La micro comunidad artística que plantea Yo yegua, se funda en eso, en su propia singular diversidad. En ese sentido pienso en la utopía, en la comunidad utópica, ya desjerarquizada, entregada a un nuevo pacto que pone en jaque las convenciones. La sexualidad está allí, se ejerce, transcurre y ocurre sin culpas ni sanciones. La multiplicidad de identidades se despliegan en el marco de una común estética política. No se termina de formular quién es quién o qué se es, sólo importan las superficies. Aún el robo del cuadro, hito que cruza el relato y que recuerda la célebre Carta Robada que fuera analizada por Lacan, no abre una zona de disturbio comunitario sino un ejercicio hilarante y delirante para la conjetura, desdramatizando una de las construcciones más sagradas del capitalismo: la férrea cautela de la propiedad privada. Y esto es posible porque lo que se privilegia es la pertenencia radical a lo privado, en el sentido que lo considerado como privado es el soporte público de la novela.

El Obsceno Pájaro de la Noche, libro crucial de José Donoso, estableció el espacio de la utopía , lo dispuso en una suerte de reino alterno, diseñado por el padre para Boy –el niño monstruo-. De esa manera, en el lugar periférico, se dio curso a una coexistencia de diferencias, de aquellos cuerpos considerados monstruosos por el espectro social. Ciudadela utópica, este jardín de monstruos hubo de fracasar porque en su interior se anidaban las mismas energías del otro mundo, de aquel normalizado por representaciones comunes del cuerpo. Imbuidos por idéntica circulación de poderes, surgieron monstruos de primera y de segunda y, afectados por divisiones binarias, hubo de pulverizarse la utopía.

Yo Yegua, cita el espacio utópico, produce textualmente un lugar de los 80 en Chile, signado por una práctica y una poética de la utopía. Allí se comparte intensamente, nadie es enteramente compacto, los personajes circulan entre ruinas, desechos o marcas desestabilizadas. Aún más, la frontera entre sexo y género es difusa o insignificante, las pedagogías y los saberes académicos fracasan estrepitosamente frente a cuerpos poseídos por el éxtasis de sus pulsiones y, en este sentido, resulta magistral la escena en que se textualiza la clase de literatura en el ARCIS.

La anti épica de la novela mantiene una relación con la configuración del espacio utópico como resistencia y autoconstrucción liberadora. Se erige en modelo posible –el roce incesante de las superficies- ante lo imposible de una realidad literal demasiado lesionada. Y esa anti épica es su épica, su empecinado intento de formular una comunidad posible, desviada, fragmentaria, corporal, estructurada en la pose, el delirio, la simulación y la máscara.

La utopía cae justo cuando el soporte social emprende el camino a su normalización: el advenimiento de la Transición a la Democracia. Es en ese momento cuando Dolores del Río establece su alterno rumbo amoroso, cuando se separa de María Félix, cuando se presagia el ingreso al libro, cuando se desencadenan las jerarquías binarias estúpidamente capitalistas: éxito o fracaso, cuando Dolores de Río finalmente muere.

¿Pero muere? ¿O acaso su muerte no es nada más que la extinción de la utopía en la micro comunidad ochentera?
Sin embargo, más allá o antes de la caída -qué importa, siempre está allí, la caída- los cuerpos diseñados por la escritura abrieron, con sus agudos gestos, un panorama cultural de otredad. En medio del máximo desamparo institucional, consiguieron aludir a otra nación, a otra patria, desencializaron los cuerpos, trastocaron la lectura de los signos con la audacia de una mirada –digamos- chalada, pero no menos lúcida para rehacer y, desde luego, zaherir.

Diamela Eltit
Noviembre 2004

Francisco Casas. Yo yegua, Seix Barral, Planeta, Santiago, 2003